Canto de pájaros
Amigas, hermanas, cómplices. Se conocieron en un montaje de Rodrigo Achondo y haciendo teleseries se volvieron inseparables. Se parecen. O coinciden en una extraña belleza. Podrían ser retratos de Modigliani. Algo tienen de Paloma Picasso. Mujeres con caras de pájaros exóticos. Misteriosas, con carácter, delicadas.
Por Rita Cox f.
La sangre de las aves es roja. Su sangre es caliente.
Francisca Gavilán: “Puedo transitar o muy arriba o muy abajo. Me cuesta transitar en la mitad y es lo que he buscado siempre. Por eso, desde joven, me "terapeo", buscando ese equilibrio. Soy muy intensa, entonces, casi sin transición puedo estar en la alegría más absoluta y luego en la tristeza más rotunda, con ganas de meterme a la cama y taparme para siempre. El invierno me es insoportable. Necesito calor, luz, sol. En septiembre ya comienzo a sentirme mejor. Mis estaciones son la primavera y el verano”.
Antonia Zegers: “Mis estaciones también son la primavera y el verano. Soy una persona de calor y de sol. Me cuesta el invierno. Puedo tener la sangre caliente, pero en invierno mis extremidades están siempre heladas. Los pies y las manos helados. Sí creo que tengo un rigor enérgico muy fuerte. Yo me saco de todo de las mechas. Me saco a mi misma con mucho rigor y energía. No me disparo en los pies. En vez de dipararme en los pies me agarro de las mechas. Me saco solita del hoyo. Hay una superheroína que sale al rescate de mi misma, de mi naturaleza que es voluble, sensible y dramática, pero no me permito mucho tiempo en eso. Debe ser la resiliencia infantil, tal vez porque soy hija de padres muy jóvenes y, por lo tanto, me hice harto sola. Esa resiliencia de hijos de padres universitarios; de hijos que se hicieron en el sillón. De ahí saqué la capacidad de salir del hoyo y subirme a mi bicicleta, que me ha salvado de todos los momentos difíciles. Me subo, escucho música, pedaleo y me doy cuenta de que me tengo”.
Las aves tienen pico y carecen de dientes. Pueden caminar, saltar y mantenerse solo sobre las extremidades posteriores. Sus extremidades anteriores están formadas con alas, que les permiten, a la mayoría, volar. Cuando un ave respira, el aire pasa por los sacos aéreos y los pulmones realizándose dos ciclos completos de inhalación y exhalación.
FG: He pasado por varias disciplinas: yoga, luego crossfit, boxeo y estoy ahora trotando. Retomando. Me viene muy bien porque me despeja mucho la cabeza. Aunque vayas acompañada, vas sola con tu cabeza, con tu cuerpo, siguiendo un destino, conectada con tu respiración y venciendo el cansancio. Me permite alcanzar mejores estados anímicos. momentos. Cuando corro y se me olvida el cansancio y el dolor físico, llego como a una plenitud, a la mente en blanco, y con esa cabeza después funciono en el día a día, en la casa, haciendo las cosas. Me permite esa sensación de que se te olvida ese clavito que pincha en la mano”.
AZ: “Yo creo que el cuerpo te salva de la mente. Cuando vuelves al cuerpo, la mente queda en una proporción más equilibrada que cuando no estás habitando el cuerpo. Cuando no estás habitando el cuerpo, de pronto la mente se vuelve gigante, lo mismo que la subjetividad. El tronco no te deja ver el bosque. Siempre he recurrido al cuerpo para salvarme de mi cabeza. Hice yoga, muy intensamente mucho tiempo.También hice box. Lo que a la Pancha le pasa con el trote, a mi me pasa nadando. Es fantástico nadar, porque solo se trata de respirar. Tienes que tener una respiración que si la pueblas de muchos pensamientos, te entra agua a la boca. Y respirar es el ABC de la meditación. Meditar, respitrar. También medito. Son todas técnicas que hacen que uno vuelva a la respiración y la respiración pone todo en proporción. Igual es lindo pensar, complejizar, sentir, pero en la justa medida. Yo soy actriz. Me alimento, vivo de mis complejidades, pensamientos oscuros. No me sirve ser una persona muy equilibrada siempre. El punto es habitar la humanidad y transitar por todas sus esquinas. Salvarte y hundirte a ratos. Ser flexible. Siendo flexible es la manera en que mejor vives y trabajas. Bertoni tiene la mejor frase, que es una de las frases que tengo tatuadas en el corazón: “El humor es la flexibilidad en la vida”. El humor nos salva de todo lo anterior. Entre la meditación, la angustia, la terapia, la mente, el bosque, el tronco, está el humor”.
Las aves usan sus fuertes músculos pectorales para mover sus alas y desarrollar el empuje para moverse a través del aire y volar. En cierta forma, las aves usan un movimiento de nado para conseguir el ascenso que necesitan para volar.
FG: “Me vuela la cabeza la familia, pertenecer, porque tengo muchas muertes encima. La familia me cuesta mucho, me cuesta un montón. La vivo día a día con la muerte de mis mujeres –mi mamá y mi hermana– que son mis grandes mujeres y me vuela la cabeza pensar en lo que fue esa familia, porque la familia que tengo ahora es mi realidad y mi real ensueño: mis dos hijos, mi sobrina y mi padre. Me vuela la cabeza la vida. Quiero vivir, quiero que mis hijos vivan, que mis amigos y amigas vivan, que la gente que yo amo viva. Vivan en el sentido de que no mueran.Tengo tan presente la muerte, que me pasa eso. Me vuela la cabeza actuar. Desde los tres años supe que iba a ser actriz. Cuando estoy actuando no me observo, solo actúo. Y antes tengo mucho, pero mucho miedo. Pienso en porqué dije que sí en vez de estar en la casa con los niños. Cuando entro al escenario se me quita y soy totalmente feliz”.
AZ: “Me vuela la cabeza actuar. Pasa algo muy desafiante con mi cabeza, porque es dejar un montón de capacidaded para habitar a otros seres. Es una dinámica muy compleja que realmente hace que me explote la cabeza. Me apasiona profundamente. Y están los sueños, que también vuelan la cabeza. Hace muy poco, durante un almuerzo, una persona me recordó que años atrás yo tenía un sueño que había olvidado. Su relato, con su experiencia, me hizo preguntarme en qué minuto dejé de soñar con eso que tanto me obsesionaba: ver auroras boreales en Islandia. Esa persona me contó que había ido. Me fui del almuerzo, agarré la bicicleta camino para irme a mi casa y llegué a "googlear" nuevamente todo lo que había "googleado" tantos años antes; antes del nacimiento de mis dos hijos (de 10 y 13). Tuve que volver a mi casa para retomar ese pedazo mío. Fue verme en el espejo hace 14 años atrás, antes de mis hijos, cuando leía a Pessoa, que también me voló la cabeza, y con sus libros subrayados me fui a conocer Lisboa. Me paraba en la calle donde no pasaba nada, a lo más una micro, pero yo estaba en la calle que había leído en un libro de Pessoa. Lo mismo me pasó con "El cielo protector", de Paul Bowles. Me fui a Marruecos por ese libro. Y por "Dos damas muy serias", de Jane Bowles, me fui a Iquitos. Eso me encantaba de mí. También viví en Isla de Pascua. Tenía 22 años, partí con mi mochila y una moto que no sabía manejar. Me fui porque me enamoré de una vieja, la Noemí Pakarati, que me obnubiló. Llegué con mi plan de aprender a plantar, hacer fuego, pescar. Estaba convencida de que no era posible saber actuar sin saber todas esas cosas. Llegué a la isla y comenzó una lluvia que duró una semana y durante esa semana jamás pude salir del pae pae, una choza sin ventanas, con latas en vez de vidrios. Mi plan completo se fue a la mierda. Por suerte tuve la capacidad de leer lo que estaba pasando: ‘Esta historia se cuenta de cero. Esta historia no la conoces de antes. Esta historia no tiene que ver con tus expectativas’. Cuando me embaracé de mi primera hija, me pasó lo mismo. Me imaginé la madre que yo iba a ser. Imaginé que iba a meter a la cabra a la mochila e iba a seguir viviendo mi vida igual. Tenía un montón de ideas preconcebidas y en todas yo funcionaba como había funcionado siempre. Pero nació mi hija y no me resultó el plan. Tuve que volver a cero y conocerla. Y ella, lo que más necesitaba, era rutina y casa, que era justo lo que a mí no me gustaba. Ser madre, como en Isla de Pascua, se ha tratado básicamente de deshacer el plan y armar un plan en base a las necesidades de estos pequeños seres que yo elegí traer al mundo”.
Para construir las aves sus nidos lo primero que necesitan es un lugar seguro, ya que quieren poner los huevos donde los depredadores no puedan encontrarlos. Solo pasan una pequeña parte del año, unos pocos días, construyendo sus nidos y, sin embargo, logran un diseño único y seguro. El lugar estará determinado por la cercanía a una fuente de alimento, ya que deben ir y venir varias veces para nutrir a sus crías. Para hacer sus nidos, sólo cuentan con su pico. Con él recogen el material y tejen con las pequeñas ramitas o hierbas desde la base hasta girar a la parte superior.
FG: “La Antonia es la mejor mamá del mundo, es tremenda. Al revés de la Anto, aunque fui mamá muy chica, siento que no renuncié a nada por mi hijo mayor. Siempre hice lo que quise y sí lo puse en la mochila y sí viajé porque, además, era un tremendo compañero de viajes. Los dos han sido tremendos compañeros de viajes”.
AZ: “También me vuelan la cabeza mis hijos, que son como un yunque que me tira, una energía que me desafía y que me pone en jaque y que me fascina. Es muy dinámico lo que me pasó con la maternidad, está lleno de esquinas”.
FG: “Tengo dos hombres: de 26 y 15. Me casé a los 20, a los 21 tuvimos a Joaquín. Crecimos juntos y nos hicimos juntos. Para mí Joaquín es un gran amor, es un gran amigo, muy cómplice. Vive fuera de la casa desde hace 6 o 7 años. Se fue joven, porque lo crié muy libre. A los 15 me anunció que saliendo del colegio se iba a ir y así fue. A los 18 se fue a estudiar a Buenos Aires, se fue a hacer su vida y ahora está acá, en Chile, y vive con su novia. Disfrutamos y lloramos con cada historia nuestra. Es como lo que me pasa con mi papá, con quien tengo una complicidad muy fuerte ahora, de grande. El menor es como mi nieto. Con él ejercí la maternidad siendo más grande, entonces me dediqué dos años profundamente a él. Durante ese tiempo pude ver mi primera maternidad y concluí que no lo hice tan mal. Repetí muchas de las cosas que hice con el mayor. Ha sido un viaje muy bonito, también somos muy compinches. Él es un adolescente muy bueno, muy fácil”.
AZ: “Lo que siento por mis hijos es una sensación de amor completamente desconocida antes. Brutal y dramática. Es una dimensión que instala como una valla donde todas las decisiones son a partir de ese amor”.
FG: “Mi pieza es un lugar de regaloneo. Mis hijos llegan a mi lugar, el desayuno se toma ahí y, si se puede, se almuerza ahí. Vemos películas y nos acompañamos en los saberes y en los comeres”.
No hay un promedio de edad para definir la expectativa de vida de todas las especies de aves del planeta. La vida media de un pájaro estará determinada por su genética y por sus condiciones de vida. El canario silvestre puede vivir diez años; diez o quince el cuervo grande; tres el gorrión; trece meses el petirrojo europeo. La esperanza de vida de las hembras es menor que la de los machos. Viven menos por el desgaste que sufren con la puesta de huevos.
FG: “He soñado harto últimamente con mi mamá y con mi hermana. Siento que hay algo escrito. Con mi madre me demoré dos años, calcados y precisos en llorar y gritar su muerte. Con mi hermana ya se cumplieron dos años y no grité su muerte, pero sí la lloré en silencio y con fuerza. La lloré de otra manera. La muerte de la madre es algo trenmendo. Me costó dos años hacerme, construíme, tuve que construir mi cuerpo cuando se murió mi mamá. Es muy cliché, pero se muere tu mamá y se corta el cordón para siempre y te quedas huacha. Con la muerte de mi hermana pasa algo que no sé decir ni descifrar. Tal vez es como que se te muera un hijo. Tan poderoso y fuerte, que lo siento tan profundamente en mi alma y mi cuerpo. Mi hermana está en mi alma, en mi mente, en mi cuerpo, aquí con nosotros".
Los pájaros cantores constituyen casi la mitad de las diez mil especies de aves del mundo. Cantan para proclamar y defender sus territorios. Sus cantos son fundamentales para atraer a posibles compañeros. Algunas especies reaccionan de forma agresiva al canto de otras.
FG: “Me encanta el silencio, disfruto del silencio. Cada día me convenzo más de eso. Me gusta el silencio de la mañana. Mi hijo también es silencioso. Fuera de mi casa encuentro el silencio cuando grabo, durante el almuerzo, mientras los compañeros van al casino, yo aprovecho ese rato para comer algo que me llevo de la casa y dormir. Me cuesta mucho dormir en la noche, así que aprovecho esos momentos de silencio. Pero cuando estoy con mis amigas, cuando estoy con mi hijo, cuando estoy con el amor, se me salen sin parar las palabras y no puedo dejar de hablar. Es como puro amor, creo yo. Me pasa con la Antonia. Hacemos pijamada y podemos estar hablando hasta las seis de la mañana, hacemos karaoke e inventamos la vida. Hemos viajado, tenemos historias maravillosas de cada café, de cada anteojo más grande para tapar el llanto o tapar la risa o tapar lo que sea”.
Muchas especies de aves forman bandadas para la alimentación, el descanso o la cría, incluidas las bandadas comunales en las colonias de anidación, donde todos los polluelos pueden criarse juntos. La migración es otra época en que se forman grandes bandadas en especies de aves que de otro modo podrían ser más solitarias.
AZ: “No sé cómo lo haría sin mis amigas, sin mis amigos. Son una familia escogida de vida o muerte. La diferencia de pensar mi vida sin mis amigas y mis amigos es de vida o muerte. Pero también se me da súper bien estar sola, he viajado "caleta" sola. Me llevo bien conmigo, estoy bien sola y no me angustia, y estoy bien acompañada”.
Volar, mimetizarse, poder flotar en el agua, mantenerse calientes, protegerse del sol, cortejar, amortiguar el sonido que hacen al acercarse a sus víctimas. Algunas de las funciones de las plumas de las aves, compuestas por queratina, como el pelo y las uñas de los humanos.
FG: “Yo sé que la belleza que tengo no es de catálogo. Es mi personalidad la que atrae. La Antonia sí que es de catálogo”.
AZ: “¡A dónde! Mira, soy narigona”.
FG: “Eres impactante, Antonia. Pero yo sé el atractivo que tengo. Sí me siento más bonita ahora que cuando era chica. Debe ser porque estoy más grande, más segura, porque me "terapeo" un montón, porque tengo grandes hermanas, a falta de la mía. Porque tengo a la Antonia al lado, con quien nos "coacheamos" todos los días en la mañana y en la noche, hace muchos años. Eso nos hace ser las mujeres que somos ahora. Somos mujeres grandes”.
FG: “Desde muy chica que tengo un sentido de la belleza. De la belleza de las cosas, de los materiales, de las telas. Sé cuándo estoy tocando un buen algodón. Es difícil explicar ese instinto. Me gusta mucho el vestir y el buen vestir. En la pandemia, encerrada, me vestía igual. Anduve con pijama diez días. Haciendo puzles y en pijama. El resto, todos los días me vestí. Lo que sí, no soporto el maquillaje. No uso maquillaje en el día, porque como somos actrices, tratamos de huir de eso con la Antonia. La piel se cansa, entonces en la casa y en el diario, y cuando estoy de vacaciones, dejo que la piel respire”.
AZ: “Yo fui la mujer buzo en la pandemia. Tenía uno y adquirí otro en la pandemia. El buzo era la mejor manera de no estar en pijama, pero el esfuerzo, el rigor y la vida merecían que me duchara y me pusiera buzo. Yo admiro el clóset de la Pancha”.
FG: “Se hace la lesa, porque también tiene un gran clóset”.
AZ: “Es súper miserable al lado del tuyo. Yo no valoro la tela y ese cuento. Yo valoro lo barato. El 85% son baratijas, me cargan las cosas caras, me ponen de mal humor, porque igual siempre uno quiere otra cosa y entonces no le veo el punto. Pero en las alfombras rojas, cuando me han prestado esos vestidos de Carolina Herrera o de la Sarika Rodrik, o de las chilenas Javiera Jordán y Ximena Olavarría. Ha sido maravilloso, un cuento de hadas”.