Catalina Andonie: “Todo lo que está fuera de mí me inspira”
La talentosa artista y coleccionista chilena Catalina Andonie, quien está con la exposición Quiero Excederme en Galería Aninat, colabora con parte de sus esculturas en piedra y parte de su colección de objetos, componiendo junto a nuestros productos LIBRA estos preciosos bodegones.
Entrevista y Producción: Javiera Díaz de Valdés
Fotos: Paola Velásquez
Arte: Catalina Andonie
Modelos: Sebastián Zulueta y Almendra Fabrega
Peinado y Maquillaje: Francisca Mellado
Cuéntame de tu infancia, de tu relación con el arte. ¿Cuáles eran tus juegos y los objetos que te rodeaban?
Mi infancia fue bastante normal, tranquila, llena de juguetes y de amor. Tenía todos los juguetes que una niña pudiera soñar. Coleccionaba Polly Pocket, pero no tuve un interés particular en el arte hasta los 17 años. Empecé practicando el grabado en madera (xilografía) en el colegio, ya que podíamos tomar Arte como electivo y podía hacer grabado seis horas a la semana. Y, aún más, cuando me aburría en clases de Matemáticas o Física, tallaba con una gubia.
¿Cómo fueron tus estudios de Arte?
Empecé en la Universidad de Chile, porque no me alcanzó el puntaje para entrar a la Católica. Duré solo seis meses en esa universidad, porque era obligatorio el dibujo durante cuatro años y no me gustaba el dibujo técnico. Además, me iba pésimo. Terminé con promedio 2.4 en Dibujo 1. Después de eso me rindió el puntaje para entrar en lista de espera en la Universidad Católica. Ahí es donde conocí a compañeros increíbles como Miguel Soto, Nicolás Astorga, Isidora Gilardi, Ileana Elordi, Begoña Ortúzar, entre otros. Hablábamos mucho de arte en los recreos y siempre hacíamos obras que, en cierto sentido, se apoderaban de la sala por su escala. De hecho, una vez interrumpimos un examen de grado porque no sabíamos que otras personas tenían que presentar sus obras para graduarse y nosotros estábamos en Escultura I. Llevé unos durmientes gigantes y los instalé en la sala, mientras que Nicolás Astorga fabricó un vestido de novia inmenso al otro extremo. Mi etapa en la universidad fue muy gratificante y dura al mismo tiempo. Esa dualidad siempre está presente en mi vida. Me demoré ocho años en terminar una carrera de cuatro años.
¿Cuándo empiezas a dedicarte a la escultura?
En la universidad, cuando me di cuenta de que los objetos y las cosas se podían recorrer en 360 grados, podían ser tangibles y tridimensionales. Gracias a profesores como Pablo Rivera, Paula de Solminihac y Mario Navarro pude visualizar otros caminos que se me abrieron para entender la relación que tenemos con las cosas. Me inspira la industria en general; cómo se fabrican y elaboran las cosas, la escoria, lo que se bota, desecha y da por perdido. Me interesa replantearme la materialidad de las cosas para entender que tienen un potencial de cambio, tal como la hice en el Palacio Cousiño, con una escultura de Joachim Bandau, donde cambié el material y la forma, y en Galería Aninat, donde una amiga encontró una silla en la calle en Nueva York y me gustó tanto que la reproduje en corte laser, madera y de ahí fundición en bronce. Creo que las cosas y la belleza están presentes en todos lados. Bajo mi óptica, no hay que buscar más que afuera. Mis referentes son diseñadores como Carlo Nasson, artistas, como Alma Allen, y arquitectos como Ricardo Bofill. Todo lo que está fuera de mí me inspira y enriquece para replantearme lo preexistente.
Eres coleccionista de objetos.
Comencé a coleccionar objetos hace aproximadamente tres años y ya llevo alrededor de cuatrocientos. He recorrido Chile, Argentina, México, Perú, Estados Unidos, Ucrania e Italia para encontrar esas maravillas. Son objetos de diseño y ornamentales del siglo 19 en adelante. También colecciono objetos nuevos de piedra.
Quiero excederme es el título de tu exposición. ¿Cómo es tu relación con el exceso?
El exceso siempre ha sido parte de mi vida. Me considero una persona intensa, pasional y bastante sensible. Eso te puede llevar a cosas buenas y a otras malas, pero en el arte funciona. Esta exposición demoró un año y medio en hacerse, ya que muchas esculturas se tuvieron que hacer de cero, sin ninguna medida ni referente al que aferrarse. Como mi obra es un trabajo que se inclina más hacia la gestión que al quehacer o la manualidad, todo lo que se ve en mi práctica gira en torno a un trabajo en equipo. Además, hay que considerar que soy Diógenes, obsesiva, impulsiva, impaciente y muy meticulosa en lo que hago.
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